El antídoto para la tristeza
La trayectoria del Señor Jesucristo es increíble por muchas razones: su nacimiento fue un milagro, en su bautismo, se oyó la voz del Padre desde el cielo dando testimonio de él, realizando milagros extraodrinarios; caminó sobre las aguas; multiplicó los alimentos; calmó las tempestades y coronó ante todos estos hechos al resucitar de entre los muertos. Es común pensar que la vida de Jesús fue todo alegría y satisfacción; sin embargo, los evangelios registran algo muy diferente. Jesús tuvo que enfrentarse continuamente ante la incredulidad y la oposición de la gente, incluidos sus discípulos. También lidió con el rechazo al mensaje que predicaba y la búsqueda egoísta de beneficios de parte de sus seguidores. Todas esas expreriencias y muchos más le causaron una profunda tristeza en varias ocasiones. Todos estos eventos se fueron acumulando hasta el momento de su detención y muerte. Como nos indica el pasaje de hoy, Jesús subió al Getsemaní con sus discípulos más cercanos